Conversaciones con fantasmas dentro de un sueño.


En el 2003 mi antiguo amigo Yesid y yo buscábamos influencias sobre el tipo de música que queríamos hacer. La idea de que éramos o haríamos una banda ya era vieja en nosotros. De hecho, nos obsesionaba desde mucho tiempo antes de que pudiésemos tocar un instrumento.  Era una pulsión, algo que a veces resultaba un poco enfermizo. Teníamos un concepto estilístico claro. Éramos, después de todo, imitadores apasionados de Radiohead, pero nos limitaba el idioma. Lo que deseábamos hacer  era incomprensible para la mayoría de nuestros posibles oyentes, así que, ¿Que camino debíamos tomar? En el 2004  Fabián (con quien luego nos uniríamos para tocar) nos mostró a zoe, que para entonces era una banda primeriza con un disco fantástico para mostrar. Si mal recuerdo, era el rockanlover, y el sencillo peace & love.  Recuerdo que le dije a Yesid, este es el camino, o se aproxima bastante a lo que deseamos. En esa búsqueda de influencias llegaron después las bandas chilenas,  y ya al final, algunas españolas. Zoe era la única banda mexicana.  En chile admirábamos a casino, a Elso Tumbay, a Muza, a Saiko,  a Leche, a Nicole,  a Lucybell. En mi criterio artístico, muza tocó la perfección con dream electrónico y con  terciopelo. Casino rompía todas las limitaciones que le atribuíamos al idioma, y saiko construía canciones potentes y honestas. Especialmente para mí Casino fue una profunda revelación. Fabián nos empujó, a la final, por los clásicos, que eran lo que la gente deseaba escuchar en los bares que frecuentábamos. Terminamos tocando canciones de caifanes y de héroes del silencio. Mentiría si digo que la pasamos mal.




La banda se disolvió por idioteces, y en el 2007 me rompí un hueso del brazo derecho. Tocar  la guitarra se volvió doloroso. Por fuerza mayor me desentendí de la música, hasta hace relativamente poco.

Yo sentía un profundo respeto por Marcela Thais de saiko, por  Pablo Giadach de Casino  y  por Sol Aravena de muza, a quienes consideraba (y sigo haciéndolo) grandes cantautores.  En el 2010 conocí personalmente a Lucrecia Dalt, a quien desde entonces sigo y admiro, siendo, sin embargo, algo completamente distinto a todos los demás.






Hace un par de noches soñé con todos ellos.

Soñé que me los encontraba  en un bar en el que hablaban con despecho de la visita de pearl jam. Hablaban de una ley en donde las emisoras eran forzadas a colocar un porcentaje de música nacional.  Y sin embargo la gente no los escuchaba. Chile, quizás el país más culto de América latina, y uno de los mejores productores de música alternativa e independiente, prefería en el área alternativa la música norteamericana. Siendo honestos, ninguno tenía el nivel de las bandas norteamericanas que frecuentemente visitaban chile, así que perdían terreno.  Siendo aún jóvenes, parecían estar atrapados en esa pre adolescencia en donde vives en la casa de tus padres y otro pone las normas. Habían retrocedido.


— vayámonos — les dije.

— ¿a dónde? — Me preguntaron.

— Conozco una cantante colombiana que triunfa en Europa siendo ella misma. Musicalmente hablando, es inferior a ustedes, aunque no deja de ser espectacular. Es una cuestión de mercados. Ustedes están derrotados si siguen aquí. Deben irse, olvidarse de Latinoamérica, deben ir a Europa. Es decir, vayámonos. Yo quiero irme con ustedes. 

— ¿Y vos por qué? 

—Yo soy escritor, pero quiero irme por hastío. Aunque puedo serles útil, si alguien necesita un bajista. 

Alguien sonrió en el fondo. 

De inmediato empezaron a nombrar todas las dificultades que implican un traslado semejante. Nadie tenía ánimos de irse y dejarlo todo atrás. Tenían hijos, empleos, familia. Entre ellos, Parecía que yo era el único que nada tenía que perder. Nada dejaba tras de mí. Y lo importante, lo único importante, podía llevarlo a mi lado.

—Europa hoy en día es un lugar horrible para los inmigrantes — Dijo alguien.

— Siempre lo ha sido.

—No lo sé. Irse es apostar el alma. Es un costo desmesurado. 


—Creo que por desgracia, seguimos viviendo en un mundo demasiado centralizado para ser mínimamente justo.



Me desperté  aburrido, melancólico. Lo primero que hice fue buscar a Marcela Thais y a Sol Aravena. En redes son usuarias promedio. Las suposiciones de mi sueño no eran descabelladas. Las canciones de Thais, en youtube, no superaban las 200 visitas. Ya no era parte ni de Saiko ni de Leche. Sol Aravena tiene una página de amigos en Facebook con cuatrocientos suscriptores.

En fin. Ese es el costo de los caminos distintos. 

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