La banda se disolvió por idioteces, y en el 2007 me rompí un hueso del
brazo derecho. Tocar la guitarra se volvió doloroso. Por fuerza mayor me
desentendí de la música, hasta hace relativamente poco.
Yo sentía un profundo respeto por Marcela Thais de saiko, por
Pablo Giadach de Casino y por Sol Aravena de muza, a quienes
consideraba (y sigo haciéndolo) grandes cantautores. En el 2010 conocí
personalmente a Lucrecia Dalt, a quien desde entonces sigo y admiro, siendo,
sin embargo, algo completamente distinto a todos los demás.
Hace un par de noches soñé con todos ellos.
Soñé que me los encontraba en un bar en el que hablaban con despecho
de la visita de pearl jam. Hablaban de una ley en donde las emisoras eran
forzadas a colocar un porcentaje de música nacional. Y sin embargo la
gente no los escuchaba. Chile, quizás el país más culto de América latina, y
uno de los mejores productores de música alternativa e independiente, prefería
en el área alternativa la música norteamericana. Siendo honestos, ninguno tenía
el nivel de las bandas norteamericanas que frecuentemente visitaban chile, así
que perdían terreno. Siendo aún jóvenes, parecían estar atrapados en esa pre
adolescencia en donde vives en la casa de tus padres y otro pone las normas. Habían
retrocedido.
— vayámonos — les dije.
— ¿a dónde? — Me preguntaron.
— Conozco una cantante colombiana que triunfa en Europa siendo ella misma.
Musicalmente hablando, es inferior a ustedes, aunque no deja de ser
espectacular. Es una cuestión de mercados. Ustedes están derrotados si siguen
aquí. Deben irse, olvidarse de Latinoamérica, deben ir a Europa. Es decir,
vayámonos. Yo quiero irme con ustedes.
— ¿Y vos por qué?
—Yo soy escritor, pero quiero irme por hastío. Aunque puedo serles útil, si alguien necesita un bajista.
Alguien sonrió en el fondo.
De inmediato empezaron a nombrar todas las dificultades que implican un traslado semejante. Nadie tenía ánimos de irse y dejarlo todo atrás. Tenían hijos, empleos, familia. Entre ellos, Parecía que yo era el único que nada tenía que perder. Nada dejaba tras de mí. Y lo importante, lo único importante, podía llevarlo a mi lado.
—Europa hoy en día es un lugar horrible para los inmigrantes — Dijo
alguien.
— Siempre lo ha sido.
—No lo sé. Irse es apostar el alma. Es un costo desmesurado.
—Creo que por desgracia, seguimos viviendo en un mundo demasiado centralizado
para ser mínimamente justo.
Me desperté
aburrido, melancólico. Lo primero que hice fue buscar a Marcela Thais y a Sol
Aravena. En redes son usuarias promedio. Las suposiciones de mi sueño no eran
descabelladas. Las canciones de Thais, en youtube, no superaban las 200
visitas. Ya no era parte ni de Saiko ni de Leche. Sol Aravena tiene una página
de amigos en Facebook con cuatrocientos suscriptores.
En fin. Ese es el costo de los caminos distintos.
En fin. Ese es el costo de los caminos distintos.
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